Cuando camino puedo sentir con entusiasmo el mundo alrededor...
Una de las cosas más maravillosas de caminar es poder sentir que soy quien golpea al viento, como devolviendo cada caricia que roza mi cuerpo cada vez que estoy estático.
Nadie lo nota, pero así es, a todos les gusta sentir esa sutil mano de la brisa bordeando mejillas cuando caminan.
Inconsciente gratitud inmesurable.
Uno crea. Construye, destruye y reconstruye con sólo sentir ese saludo disimulado.
A la hora de caminar suceden cosas que no noto si simplemente me doy a la tarea de caminar sin darle importancia, ocupando la mente en otra idea que no sea la de fijarme en todo lo que implica la acción de poner un pie delante del otro y moverme en el espacio.
Cuando camino se disuelven ideas tras de mi y no me importa, porque lo espléndido es que delante de mi tengo a la vista un universo de detalles para crear miles de ideas más.
Cuando camino se mueve el mundo bajo mis pies y se me crea la fantástica idea de que mis pies son un motor. Motor del mundo. Un motor que no contamina. Un motor que llena de vida.
Camina... Camina...
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